Siendo como soy de una zona productora de vinos… Mejor empiezo por el principio; he sido durante muchos años ciclista, mejor dicho biker, ya que mi disciplina era el mountain bike, creo que estuve corriendo como 11 años, durante este tiempo viajé por muchos lugares y en todos ellos, por ser como antes decía de una zona productora de vinos, me interesaba por los vinos del lugar.
A medida que veía acercarse el final de mi carrera ciclista fui reflexionando acerca de lo que querría hacer “cuando me hiciera mayor”. Como os iba diciendo a pesar de nacer rodeado de cepas, mi relación con el vino no iba más allá de utilizarlo como colorante de La Casera. Ciertamente tampoco es eso, mi familia tenía viñas como la inmensa mayoría de los habitantes de San Martín, pero las vendieron para dar mejor vida a sus hijos. Tengo vagos recuerdos de muy niño de haber vendimiado, pero muy claros de estar jugando entre las cepas mientras los mayores se afanaban en recolectar hasta el último racimo de cada cepa. Así cada año por septiembre echaba una mano a Dioscoro (tío de mi padre) para elaborar unas cuantas arrobas. Me estoy yendo por las ramas, ah… sí ¿Por qué una bodega? Pues… Empezó todo en el 95 como un entretenimiento más de los muchos a los que soy dado a aficionarme, le pedí prestadas a Dioscoro, aún las tengo, unas tinajas de barro, me compre un libro, creo que se llamaba “Elaboración artesanal de vino” por ver si me enseñaba algo distinto a lo que había hecho toda la vida y adelante con mi primera vendimia al frente de la familia.
El resultado no estuvo mal, y durante bastantes años siguió siendo una afición, hasta que Paco propietario de uno de los mejores restaurantes de la zona, Los Arcos de La Corredera, probó gracias a la intermediación de su hijo, por supuesto amigo íntimo mío, un garnacha con crianza en barricas nuevas de roble. Le gustó y me dijo que si embotellaba ese vino, se refería a de forma legal, él lo metería en la carta. Dicho y… lo que suponía serían unos cuantos trámites, son gestiones que llevan años, no me amilané y tiré para adelante con más ganas que conocimientos y por supuesto que medios.
Hoy después de muchas vicisitudes ya tenemos una pequeña bodega.